TESTIMONIO

Esa necesidad de discernir cuál es mi vocación concreta fue lo que me empujó a entrar al Seminario, ya que, a pesar de mis 15 años, tengo bastante decidido que quiero dedicarme a la vida religiosa, pero aún tengo que decidir la manera más concreta.
En el Seminario llevamos a cabo diversas actividades cada día. Para empezar, no podemos abandonar nuestros estudios, así que asistimos a colegios normales. Yo en mi caso voy al Colegio Sagrado Corazón-Moncayo.
Luego en el Seminario tenemos nuestro tiempo de estudio, todos juntos, los 6 que estamos en el Seminario Menor ahora mismo. Diariamente celebramos la Eucaristía, ya que es el pilar básico de nuestra vida como católicos. También realizamos un par de días a la semana actividades deportivas, juegos en el recreo, etcétera.
Una cosa muy importante también es el seguimiento espiritual. El Seminario menor disponemos de un director espiritual propio, del que podemos disponer cada cierto tiempo para el la confesión y para que nos aconseje. Algunos días, aunque no haya colegio nos quedamos en el Seminario y podemos aprovechar alguna vez para que nuestro formador nos de alguna charla de formación, para visitar parroquias, pasar algún rato entretenido juntos, etc.
Nuestro vicerrector y formador nos ayuda en lo que necesitamos, hace un seguimiento personal de cada uno, está pendiente de nosotros durante el estudio, controla la convivencia entre nosotros. Nuestro rector también viene algunas veces a celebrar la Eucaristía y a cenar con nosotros. Estas cosas son las que podemos hacer.
Yo en mi caso sigo manteniendo una relación muy estrecha con la parroquia, el Sagrado Corazón, donde espero seros útil siempre que me necesitéis. Pido a cuantos leáis mi testimonio que me ayudéis con vuestras oraciones y me gustaría aconsejar personalmente a cualquier otro joven que lea esto: no tengas nunca miedo de dar el paso a lo que Dios te pida, no tengas miedo en buscar y responder a tu verdadera vocación. Confiando y apoyándonos en Dios todos es más fácil.
Solo me queda agradecer a los sacerdotes de la parroquia, a la comunidad parroquial y al resto de jóvenes, ya seáis amigos, compañeros o simplemente conocidos: ¡Gracias! Gracias de todo corazón por toda la ayuda, el apoyo y el calor que recibo de vosotros, es algo que nunca podré agradeceros lo suficiente y que espero no olvidar nunca, ya que la parroquia es un hogar para mí y somos todos como una gran familia. Espero que vivamos muchas más experiencias juntos y que Dios nos siga bendiciendo.
Alejandro Torralba Medina, Seminarista