La palabra Navidad, quiere decir nacimiento y concretamente para los cristianos el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
Nos hemos preparado durante el tiempo de Adviento, con celebraciones que nos han ayudado a crear sobre todo, un cálido ambiente en nuestro corazón. A través de ellas hemos reflexionado. También, hemos tenido oportunidad de participar en la celebración comunitaria del Sacramento de la Penitencia acercándonos a recibir la gracia que dicho sacramento, visto desde la dimensión del AMOR MISERICORDIOSO, nos conduce a un cambio verdadero en nuestra vida. Hemos asistido a la Eucaristía y rezado Laudes o Vísperas juntos, estando unidos en la oración y en el servicio, cada uno desde el servicio que libremente ha elegido.
Lo dice la Historia:
Érase una vez
una tal María
y un tal San José
que andaban buscando
al atardecer
un refugio para
tener su bebé.
en ningún hotel
de aquel pueblecito
llamado Belén
se abrió puerta alguna
para que aquel ser,
que estaba empujando
queriendo nacer,
tuviera un refugio
con techo y pared.
regresa otra vez
en un descampado
muy cerca del tren
María Sintecho
da a luz un bebé
en cuna diseño
de yerba y papel.
al fondo, se ven
luces que relucen
desde El Corte Inglés.
—el haz y el envés—,
una es de abundancia,
la otra es de escasez,
una es de verdad,
la otra de oropel.
vuelve a suceder
esta misma Historia: